Teología de la Historia
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¿Por qué el Dogma de la Inmaculada Concepción
elevó el Odio?

Prof. Plinio Corrêa de Oliveira
Este mes de diciembre celebramos tanto la fiesta de San Francisco Javier (3 de diciembre), quien fue Confesor, Apóstol de las Indias y Japón, y Santo Patrón de la propagación de la Fe, y la Fiesta de la Inmaculada Concepción (8 de diciembre).

En primer lugar, quisiera decir algo de paso sobre san Francisco Javier, recordando aquellas palabras suyas que tantas veces he mencionado: Lo peor es que el pecador pierda la confianza en la Providencia, y así acabe perdido. Mientras no pierda esta confianza, todo es recuperable.

Son palabras muy importantes y debemos pedirle que inculque esta disposición en nuestras almas, que grabe allí esta verdad para que se convierta en un elemento activo de nuestra vida espiritual. Debemos pedirle que no deje que sea sólo uno más de los muchos pensamientos piadosos que escuchamos y luego olvidamos, sino que se convierta en una verdadera fuente de apoyo en los momentos difíciles, un elemento de aliento.

pius xii

Pío IX proclama el Dogma de la Inmaculada Concepción el 8 de diciembre de 1854

Dicho esto, me gustaría decir algunas palabras sobre la Inmaculada Concepción.

Cuando Pío IX definió el dogma de la Inmaculada Concepción el 8 de diciembre de 1854, se levantó una verdadera tormenta en Europa. Una tormenta de odio, protesta e indignación que vino no sólo de los no católicos, sino también de los católicos. Es decir, en muchos círculos católicos hubo furor porque se había definido el dogma de la Inmaculada Concepción.

¿Qué explica este furor? Os pido que miréis el contenido del dogma: Nuestra Señora fue concebida sin pecado original desde el primer momento de su existencia. Entonces pregunto: ¿Cómo puede esto enfurecer a alguien?

Esto puede provenir del odio igualitario de ver a una criatura colocada en el punto más alto que una mera criatura puede llegar a ser. Es más, esta criatura es Mujer, y con ello la voluntad de Dios se presenta de manera mucho más fuerte, porque toma el elemento secundario en el orden humano, que es la mujer y la coloca en lo más alto del orden de la pirámide de la Creación. Esto ya es algo que hiere enormemente al igualitarismo.

Es más, también les molestaba la idea de que esta criatura fuera objeto de una excepción a la regla que nunca antes había tenido excepción. Y la excepción es que fue concebida sin pecado original desde el primer momento de su existencia. Es decir, esta idea de Nuestra Señora sin pecado original, rompiendo una regla universal y situándose así a una altura tan enorme en relación con todos los demás hombres, transgrede la mentalidad mundana que odia lo sublime.

our lady immaculate Conception

La superioridad de Nuestra Señora suscita el odio del Diablo

Nuestra Señora concebida sin pecado original, la Madre de Dios –todo esto considerado en su conjunto- es tan sublime, un ser tan puro, tan inmaculado, tan elevado por encima de todo lo imaginable, tan virginal en lo más íntimo de su ser porque no tiene ninguno de los impulsos que pueden representar el aguijón de la carne, incluso en un santo. Tampoco está sujeta a esto, porque fue concebida sin pecado original.

Ella es algo tan trascendente en su sublimidad, tan elevada y tan refinada en su pureza, tan diferente y exaltada por encima de la condición humana, que lo que se presenta a nuestra admiración es una figura inmensamente mayor que nosotros, lo que nos da idea de la sublimidad a la cual Dios puede elevar a la criatura humana, pero a la cual nosotros no fuimos elevados.

Y como siempre sucede, de esta excelencia surge una especie de honor y gloria para todo el género humano. Nuestras miradas se elevan hacia un orden de ser tan superior que rompe la banalidad de lo cotidiano y, por el deseo de sublimidad que crea, choca directamente con el espíritu igualitario.

Y dado que este último odia todo lo sublime y elevado no sólo porque es igualitario, sino también por algo más que es un amor real por lo mundano, lo banal, lo trivial, si no incluso lo decadente. De ello se deduce que los revolucionarios sienten un verdadero odio por la Inmaculada Concepción de Nuestra Señora.

Esto explica, entonces, el furor que se desató en Europa por la proclamación de este dogma. Una rabia antimariana que no está muerta, pero que sigue viva en nuestros días.

¿Podemos encontrar otra expresión de este furor? Creo que sí. Es el odio que las personas, movidas por el espíritu de oscuridad, tienen hacia los auténticos contrarrevolucionarios: un odio hacia la virtud en sus aspectos de pureza, compostura y dignidad. Lo sienten en el contrarrevolucionario, lo que les da un odio militante hacia él.

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La distinción de modales genera desprecio y burla. Ira en el hombre igualitario moderno.

La compostura, la nobleza, la distinción de modales, incluso entre aquellos que pueden ser de condición más modesta, atraen la atención de todos y atraen la simpatía de los buenos. Pero, al mismo tiempo, da lugar a un odio verdadero, que nace del odio que los revolucionarios tienen hacia Nuestra Señora. En otras palabras, el odio proviene de sentir lo indeciblemente sublime en la causa contrarrevolucionaria y que se puede ver en los imponderables que rodean a aquellas personas que sinceramente se dedican a esa causa.

Quienes gustan de la trivialidad odian a quienes no son banales, odian a quienes se esfuerzan en orientar los espíritus hacia arriba y buscan comunicar en sus personas la dignidad de hijos de Dios, algo de la realeza de la misma Virgen. Esto es precisamente lo que indigna a los revolucionarios.

Para el bien, esto es motivo de felicidad, pues en realidad es una bendición ser perseguido por amor a la justicia. Pero en esta bienaventuranza se puede hacer un refinamiento, que es el hecho de ser perseguidos por nuestro amor a Nuestra Señora, y por las mismas razones por las que Nuestra Señora es odiada.

Entonces, en la fiesta de la Inmaculada Concepción y sus días de octava, debemos pedir a Nuestra Señora que nos dé esta bienaventuranza de ser uniéndonos a Ella y reflejándola de tal manera que se pueda decir que somos verdaderamente odiados porque de lo que existe en nosotros que es similar a ella. Debemos pedir esta gracia y pedirla con insistencia.

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Nuestra Señora, Reina de todos los Ángeles y Santos

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Publicado el 14 de diciembre de 2023
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