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Atila Sinke Guimarães
‘NUESTRO HERMANO JUDAS’ - A medida que se acerca la Semana Santa, el órgano oficial del Vaticano, L'Osservatore Romano, publicó un artículo de Simone Caleffi titulado "Nuestro hermano Judas: dudas y preguntas sobre la traición de Judas". Su objetivo es persuadir a los lectores a tener simpatía por Iscariote y sugerir que fue salvado por la misericordia de Nuestro Señor Jesucristo.

El órgano del Vaticano sugiere que Judas tuvo un arrepentimiento sincero - L'Osservatore Romano 29/03/2023

El artículo parte de la estela de varios incidentes en los que el Papa Francisco ha mencionado a Judas como un hombre que ha sido incomprendido por la Iglesia Católica y la Historia. En realidad, sería un hombre que se arrepintió de su infame acción. Sería el patrón y el símbolo de las “minorías marginadas” oprimidas por una Iglesia tiránica.

Francisco está tan convencido de la "inocencia" de Judas que ha declarado públicamente que guarda una imagen que representa su suicidio detrás de su escritorio papal. Ha expresado en varias ocasiones sus novedosas opiniones sobre el Traidor, a quien la Iglesia por Tradición condena al Infierno. TIA ha analizado algunos de los comentarios de Francisco (aquí, aquí y aquí)

Esta tendencia no es nueva. El padre Hans Urs von Balthasar, mentor tanto de Juan Pablo II como de Benedicto XVI, consideraba que Judas era el “lado oscuro” de la Redención mientras que Nuestro Señor Jesucristo era el “lado luminoso” de la misma. Llegó a insinuar que la Redención fue realizada simultáneamente por Jesús suspendido en la Cruz y Judas colgando de la higuera. Jesús con los dos ladrones Dimas y Gestas y el traidor Judas constituirían la Iglesia de los Condenados, la mejor expresión de la misión de Cristo.

Según von Balthasar, la Iglesia más verdadera que representa el aspecto más profundo de la realidad no es ni la Iglesia Petrina, la Iglesia Oficial de los Apóstoles – que huyeron en la Pasión – ni la Iglesia Juanina, la Iglesia del Amor representada por San Juan, Nuestro Señora y las Santas Mujeres al pie de la Cruz. Estos dos modos de Iglesia reflejan sólo el lado positivo del sufrimiento. La Iglesia más unida a Nuestro Señor y una con Jesucristo es la Iglesia de Judas, la Iglesia de los Condenados.

Esta macabra teoría la he analizado extensamente con la debida documentación -junto con otras ofensas a Nuestra Santa Madre Iglesia- en uno de los volúmenes de mi colección sobre el Vaticano II. (1)

Este es el pensamiento detrás del artículo mencionado en L'Osservatore Romano.

Este artículo “Nuestro hermano Judas”, así como la posición de Francisco y la tesis defectuosa de von Balthasar, se basan en una interpretación retorcida de un pasaje de San Mateo, que dice:

“Entonces Judas, el que lo entregaba, al ver que estaba condenado, arrepintiéndose, devolvió las treinta piezas de plata a los principales sacerdotes y a los ancianos, diciendo: He pecado al entregar sangre inocente.” ( Mt 27,3,4)

Una interpretación extremadamente sentimental de este pasaje se presenta hoy a los católicos para convencerlos de que Judas en realidad fue sincero en su arrepentimiento. Sin embargo, la interpretación de la Iglesia de estas palabras ha sido exactamente lo contrario durante muchos siglos. De hecho, el exégeta más famoso, el P. Cornelius a Lapide, S.J., reflejando esta enseñanza católica multisecular, afirma:

Judas en el infierno siendo devorado por Satanás

“El arrepentimiento que buscaba Judas no era un arrepentimiento verdadero y genuino, pues esto incluye la esperanza del perdón, sino que fue obligado por la tortura y la desesperación, como la que genera la mala conciencia, que atormenta y reprende a los condenados que son atormentados por el fuego del infierno.” (In Mattheum 27:3-4 in Commentaria in Scripturam Sacram, Paris: Louis Vivés, 1877, vol. 15, pág. 597)

Esta es una enseñanza bastante severa de la Iglesia, que en sí misma muestra cuán fuera de lugar está la interpretación sentimental de Francisco, von Balthasar y Caleffi. A veces estos autores progresistas citan la maldición de Nuestro Señor sobre Judas, pero tratan de desestimarla diciendo que después trató a Judas como un amigo en el Huerto de Getsemaní.

En realidad, esa maldición no puede ser descartada, ya que en el Jardín, Judas, al negar esa última gracia, llevó a cabo su infame traición.

Comentando el pasaje en el que Nuestro Señor maldice a Judas, “¡Ay de aquel hombre por quien el Hijo del Hombre será entregado! Más le valdría que ese hombre no hubiera nacido.” (Mt. 26:24), a Lapide afirma:

El diablo se lleva el alma de Judas al infierno

“La traición de Judas fue un sacrilegio, hecho directamente a la misma persona de Cristo y Dios: Por lo tanto, fue verdaderamente un Christicidio y un Deicidio. Por lo tanto, es muy creíble que Judas habite en las profundidades más profundas del Infierno junto a Lucifer, y allí sea torturado de la manera más amarga. Y esto es lo que, ay, quiere decir y lo que Cristo quiso aquí con respecto a los otros réprobos” (Mt 26, 24, ibíd., p. 553).

También comentando sobre el ay de Nuestro Señor, San Jerónimo dice que “tanto la condenación como el Infierno estaban amenazados; porque es mucho mejor no existir, que existir tanto como para ser siempre miserable y perpetuamente ardiendo en el Infierno” (Apud a Lapide, ibid. , pág.553)

Estos autores progresistas ignoran también el pasaje más severo sobre Judas en el que San Juan afirma que el Diablo se apoderó del alma de Judas después de comulgar en la Última Cena:

“Respondió Jesús: A él es a quien le daré pan mojado. Y mojando el pan, se lo dio a Judas Iscariote, hijo de Simón. Y después del bocado, Satanás entró en él.” (Jn 13: 26, 27)

De hecho, un Lapide explica:

“Judas, siendo ingrato a este amor de Cristo, tomó el pan mojado [la Comunión] de manera equivocada: porque pensó que Cristo, por odio y desprecio, para revelar su crimen a los Apóstoles, le dió el pan mojado. Por lo cual Judas, habiéndose apartado entonces de la vocación de Apóstol de Cristo y del Colegio de los Apóstoles, se fue a la familia de Satanás y de los judíos, como desertor y apóstata.” (Jn 13, 27, a Lapide , ibid, volumen 16, p. 532)

San Ambrosio a su vez comenta sobre el mismo pasaje:

“Cuando el mismo Satanás entró en el corazón de Judas, Cristo se apartó de él, y en el momento en que lo recibió [en la Eucaristía], lo perdió. Así, está escrito: Después de la Comunión, Satanás entró en él”. (Apud ibíd.)

A Lapide enumera algunos santos famosos para explicar las diferentes razones por las que el Diablo se apoderó de Judas:

El Diablo tomando posesión de Judas

“Y el Diablo entró por tres razones: la primera, por la ingratitud de Judas, dice San Agustín, pues cuando Cristo hubo hecho todos los actos oficiales de caridad hacia él y Judas no se conmovió, quedó completamente poseído por el diablo.

“En segundo lugar, porque el Diablo ya sabía por aquellas palabras [anteriores] del Señor y por las señales que Judas era obstinado en el mal y desamparado del Señor, como dice Crisóstomo.

“En tercer lugar, puesto que el mismo Judas se dio cuenta de que ya estaba revelado a todos, y aislado de los discípulos y del Maestro, y por lo tanto se confirmó en el mal y, en la desesperación, entregó claramente su corazón al Diablo... dice Eutimio según S. Crisóstomo.“ (ibíd.)


Estos textos son sólo una muestra de la severidad de Nuestro Señor, los Evangelistas y el Magisterio Tradicional de la Iglesia respecto a Judas y la infame traición que hizo del Mesías. Sirven para mostrar cuán errónea es la interpretación de que Judas fue un hombre sincero que se convirtió al final de su vida.

¿El Papa Francisco y esos autores no conocen el Magisterio sobre este tema? Obviamente lo saben. Avanzan deliberadamente en su agenda con el claro deseo de revertir esta enseñanza e imponer su propio pensamiento nuevo, que es totalmente opuesto a la fe católica.

Sugiero a mi lector que desconfíe de aquellos que defienden a Judas. Mañana pueden estar defendiendo al maestro de Judas, el mismo que entró en su alma después de comulgar el Jueves Santo.

Este es mi aporte para una meditación de Semana Santa dos días antes de que comience.

  1. Collection Lamma sabacthani, vol. III, Animus Injuriandi II, Los Angeles: TIA, 2011, pp.161-176.