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La Práctica de la Perfección Cristiana

Christina Herath, Sri Lanka

Reseña de La práctica de la perfección y las virtudes cristianas en 2 volúmenes de Alphonsus Rodriguez, SJ, (Londres. The Manresa Press: Roehampton) 1929
practice of Christian perfection

La obra se publica en tres volúmenes en Estados Unidos.

Fue en el año 1609 que este útil libro, la única obra publicada del P. Alfonso Rodríguez, salió a la luz en Sevilla. P. Rodríguez – no confundir con el Santo del mismo nombre – fue un sacerdote jesuita y escritor espiritual que nació y murió en España. Quienes lo conocieron afirmaron que su carácter y sus virtudes estaban fielmente plasmadas en el libro que hoy reseñamos, un tesoro espiritual relativamente desconocido para muchos católicos.

Esta gran obra, con sus 2 volúmenes y 11 tratados, se basa en las exhortaciones del P. Rodríguez a sus hermanos jesuitas. No se deje intimidar por su tamaño: es muy fácil de estudiar y puede ser leído tanto por la gente sencilla como por los sacerdotes. Su lenguaje no es complejo y se proporcionan ejemplos edificantes a lo largo de la obra.

Este libro aborda temas desde la caridad fraterna y la pureza de intención hasta la mortificación y el examen de conciencia. Aprendí muchas cosas que no sabía antes, por ejemplo, este pequeño extracto:

“Delante de Dios no se cuentan los años de vida, sino los años de una buena vida; ni los años de Religión, sino los años en los que se ha vivido como buen Religioso. En el Libro de los Reyes se dice: Un hijo de un año era Saúl cuando comenzó a reinar; y reinó dos años sobre Israel (1 Reyes 13:1). Sin embargo, es cierto que fue rey durante 40 años, como dice San Pablo: Dios les dio bifurcar a Saúl, hijo de Cis, durante 40 años (Hechos xiii. 21).

“¿Por qué entonces se dice que reinó sólo dos años? Porque en los anales y crónicas de Dios cuentan sólo los años de buena vida; y se dice que reinó dos años, porque sólo durante ese tiempo reinó como buen rey”.

La cita anterior, en sí misma, ya transmite una profunda lección.

Un libro para todos

La práctica de la perfección y las virtudes cristianas es un libro que se puede recomendar a todos, no sólo a quienes aspiran a la vida religiosa. De hecho, haría mucho bien a los laicos leer libros como este, ya que contienen muchos consejos espirituales y prácticos que ya no predican los sacerdotes y prelados. Dado que fue escrito para aquellos dedicados al avance espiritual, podemos adoptar y adaptar estas enseñanzas y aplicarlas, con prudencia, a nuestras vocaciones y estados de vida individuales.

alphonsus rodriguez

Fr. Alphonsus Rodriguez, SJ

Otra cosa particular que nos enseña este libro es cuánto se exigía a los religiosos y sacerdotes de la antigüedad. Esto contrasta marcadamente con nuestra época progresista, donde a los seminaristas y sacerdotes no se les enseña a ser un alter Christus, sino más bien amigos de todos, excepto de los contrarrevolucionarios católicos. Y las nuevas hermanas que han adoptado el mundo moderno son igualmente abominables en su conducta y en su ignorancia de sus reglas y tradiciones religiosas originales.

En general, los religiosos de hoy se presentan como exactamente lo contrario de lo que se enseña en este tratado espiritual; No sería sorprendente saber que el jesuita de hoy en día ni siquiera ha visto este libro.

Para aquellos que toman en serio sus vocaciones, ya sean religiosos o laicos, el P. Rodríguez ofrece este importante consejo: “Una de las razones principales por las que prosperamos tan poco en virtud y nos quedamos tan atrás en perfección, es porque no tenemos hambre ni sed de ella: la deseamos tan débil y lánguidamente que los deseos que tenemos parecen más muertos que vivos”.

En otra parte, refiriéndose a la pureza de intención, escribe: “Si haces lo que debes, sin que nadie se convierta, no por eso tu recompensa será menor. En buena situación ciertamente estaría el apóstol Santiago si de ello dependiera su recompensa y en ello estableciera su descanso, pues dicen que sólo convirtió siete o nueve personas en toda España. Pero no por eso mereció menos, ni agradó menos a Dios, que los demás Apóstoles”.

Aunque este ilustre escritor ha estado oculto al mundo, su obra imprimirá un conocimiento práctico y útil en el alma.

Humildad, fundamento de la virtud

El tratado más largo de esta obra, el 11ro, está dedicado a la virtud de la humildad. Este hecho transmite la gran importancia de esta virtud y cuánto la estimaba nuestro piadoso autor, que tenía fama de odiar todo orgullo y ostentación.

En estos elocuentes capítulos se nos enseña que la humildad es el fundamento de todas las virtudes, de cómo el autoconocimiento es un medio necesario para alcanzarla y de los grandes favores que el Señor concede a los humildes.

Él enseña: “San Agustín dice que no hay pecado que un hombre cometa y que otro no pueda cometer si no fuera por la mano de Dios que lo sostiene amorosamente. Y así, cuando alguno caía, uno de aquellos antiguos Padres lloraba amargamente, diciendo: "Hoy por ti, y mañana por mí." Es decir, como él ha caído, así podría caer yo, que soy un hombre débil. tal como él, y que hasta ahora no he caído en deuda con ningún favor particular del Señor”.

P. Rodríguez proporciona ejemplos de cómo el orgullo es malo incluso cuando tiene la apariencia de virtud, uno de ellos se incluye aquí:

“Cesáreo [obispo de Arlés, Francia del siglo V] relata que llevaron a un convento cisterciense a un endemoniado para curarlo. El prior salió y llevó consigo a una joven religiosa de gran fama de virtud, que sabía que era virgen. El Prior dijo al diablo: “Si esta monja te ordena salir, ¿te atreverás a quedarte?” El diablo respondió: “No le temo, porque es orgullosa”.

La vida del P. Rodríguez

Para finalizar esta reseña, incluiré una cita de una pequeña obra biográfica sobre el P. Rodríguez, escrito por uno de los primeros editores de su libro:

Our Lady seat of wisdom

P. Rodríguez era conocido por su devoción a Nuestra Señora, sede de la sabiduría.

“Fue un hombre que nunca dejó de ilustrar en su propia persona y con su propio ejemplo las lecciones de virtud y perfección sublime que inculcó en sus obras. Su unión con Dios fue muy íntima; encontró un cielo en su celda y rara vez lo abandonaba a menos que fuera por el llamado de la caridad o la obediencia. Durante los últimos años de su vida, liberado de los obstáculos que son inseparables de los cargos de autoridad sobre los demás, solía dedicar cuatro horas diarias a la oración…

“Era el primero en todos los deberes públicos, el más puntual en las más pequeñas observancias de la vida religiosa y un enérgico defensor de la pobreza evangélica…

“Hasta el último momento, nunca dejó de arrastrarse hasta la iglesia para escuchar las confesiones del pueblo y, a su vez, se arrojaba diariamente a los pies de su propio confesor para obtener él mismo la absolución. Fue un espectáculo muy edificante contemplar a este venerable hombre, a la edad de 90 años, con los más profundos sentimientos de humildad, inclinándose para besar los pies de sus hermanos religiosos, como si fuera el último y más bajo entre ellos, y el único apto para ello, ser pisoteado por todos los que lo rodean”. (Vol. 1, pág. 15)

Al darle a este libro la atención que merece, espero que el lector se sienta inspirado a leerlo y dedicar un cuarto de hora cada día a sus sabias páginas. Y que Nuestra Señora nos enseñe el verdadero arte de la perfección cristiana en nuestra vida, que, como verdaderos contrarrevolucionarios, implica no sólo amar y adoptar el bien sino también odiar y rechazar el mal.

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Publicado el 8 de abril de 2024

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