Cuentos y leyendas
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Maravillas en el Sepulcro de Santa Rita

P. Richard Connolly, OSA
Fue voluntad del Todopoderoso que el cuerpo de Santa Rita, nacida de una madre estéril por largo tiempo, visitada por las abejas milagrosas, llevada milagrosamente al convento, marcada por una herida de una espina del Crucificado, y coronada en la muerte con esplendor y revestida de una belleza casi celestial, también fuera glorificado de manera singular después de la muerte.

El cuerpo incorrupto de Santa Rita, abajo, representado con la herida en la frente causada por la corona de espinas,

Y así ha permanecido su cuerpo durante varios siglos sin mostrar la menor señal de descomposición, y puede verse aún hoy milagrosamente preservado. Antes del año 1628 —es decir, durante un período de 171 años— sus ojos siempre se veían cerrados, y así aparecen en imágenes anteriores y posteriores a esa fecha.

Pero en ese año se desató una pelea tumultuosa por un asunto insignificante en la iglesia, en un día en que se celebraban ceremonias más solemnes de lo habitual para conmemorar la concesión de un Oficio en honor de la Santa. En esa ocasión se vieron abrirse los ojos de la Santa, para gran asombro de todos los presentes.

La conducta escandalosa de quienes provocaron el tumulto, y que por pasión violaron las leyes de la caridad y la santidad del lugar sagrado, parece haber despertado ese venerable cuerpo de su largo reposo. Pues se elevó desde su lugar de descanso, mientras un perfume como del Paraíso llenaba la iglesia. Los ojos de la Santa se abrieron y así infundieron terror en los corazones de los alborotadores, llenándolos de penitencia por sus acciones, de modo que los Oficios Sagrados se concluyeron en paz.

La escena que hemos descrito nos llama a considerar un segundo prodigio: el de la fragancia que a menudo se percibe en las cercanías del cuerpo de la Santa —un olor de dulzura incomparable, que invita a la devoción y brinda consuelo y alivio espiritual.

A veces dura por un período considerable; a veces es muy fugaz. A veces se difunde a gran distancia, o sólo es perceptible cerca del cuerpo, y en diferentes momentos presenta distintos grados de agradabilidad.

Este, que podríamos llamar un olor del Paraíso, a veces se difunde tan ampliamente que se nota no solo en la iglesia donde se conserva el cuerpo y en el convento adyacente, sino también en las casas vecinas y en las calles. Es maravilloso que nunca haya parecido desagradable a nadie, sino que, por el contrario, ha traído consuelo espiritual y ha despertado la devoción de quienes han tenido la dicha de experimentarlo.

Existen muchos documentos que ofrecen el más completo testimonio respecto a esta maravillosa fragancia, especialmente los procesos de canonización de Santa Rita, que confirman sin lugar a dudas que se trata de algo realmente sobrenatural. Porque, como ya se ha dicho, el cuerpo de Rita nunca fue embalsamado, ni se colocaron especias u otras sustancias olorosas dentro o cerca del receptáculo en que yace.

Además, es una antigua tradición en Cascia, confirmada también por los escritores de su vida y por los procesos de beatificación y canonización, que en las ocasiones de los triduos que suelen ofrecerse en el altar de la Santa por los enfermos que recurren a ella, no es difícil discernir si van a recuperar la salud o van a morir. Pues un perfume más dulce se emite cuando la petición va a ser concedida, mientras que un olor algo parecido al del incienso, o la ausencia total de olor, es señal de muerte.

El sepulcro de Santa Rita en la Basílica de Cascia, a menudo lleno de una dulce fragancia; hoy su cuerpo está menos conservado que en el pasado y los milagros en su sepulcro son menos frecuentes

Más extraño aún es que la misma maravillosa fragancia se ha experimentado incluso en países lejanos cuando se han obtenido gracias extraordinarias por la intercesión y a través de la invocación de Santa Rita. Así lo afirma la tradición constante, y los procesos de canonización confirman esta tradición en este punto.

El Padre Rabbi cita un caso específico en prueba de esta creencia. Un médico, el señor Andrea, vino desde Sinigaglia a Cascia con su esposa Violante para agradecer a la Santa por su intercesión y presentar una ofrenda votiva de plata por la curación de su hijo, quien había sido sanado de una enfermedad mortal. La curación de su hijo les fue anunciada poco antes de venir a Cascia por medio de esa misma fragancia maravillosa.

Estos dulces aromas también se manifiestan [o solían manifestarse antes del Concilio Vaticano II] siempre que el Obispo de Spoleto o el Provincial Agustino realizaban sus visitas habituales, sin mencionar muchas otras ocasiones.

Otro hecho que puede causar aún mayor asombro es que se ha visto al cuerpo de Santa Rita elevarse en su ataúd desde el fondo del receptáculo hasta la reja de su parte superior, especialmente durante el tiempo de la visita del Provincial.

La misma maravillosa ocurrencia también se ha observado durante las visitas de los Obispos de Spoleto al convento agustino, como si la Santa quisiera así renovar su homenaje a su Superior episcopal.

En estas ocasiones el movimiento del cuerpo no siempre es el mismo. A veces se ha observado que es mucho más lento que en otras ocasiones, y se ha visto que el cuerpo se eleva por un momento y luego vuelve a hundirse en su lugar habitual. En muchas otras ocasiones, además de las visitas, se ha notado esta elevación espontánea del cuerpo.

Esta hermosa fragancia experimentada cerca del cuerpo de Santa Rita es el primer milagro aprobado para su canonización. En el próximo artículo veremos el segundo milagro que obró en favor de quien solicitó su ayuda.

Continuará
Extracto del P. Richard Connolly, OSA:
Vida de Santa Rita de Casia, Londres, 1903, Parte III,
Publicado el 31 de mayo de 2025
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