Verdades Olvidadas

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Los herejes usan la ambigüedad para camuflar el error

La ambigüedad ha sido utilizada por el progresismo para escapar de las condenas del modernismo y del liberalismo hechas por el Magisterio Pontificio en los últimos tres siglos. Con este ardid, los errores de esas corrientes se disfrazan bajo fórmulas oscuras con el fin de obtener derecho de ciudadanía en la Iglesia. Luego, poco a poco, el error sale a la luz y se propaga por todas partes.

Todos los documentos del Concilio Vaticano II fueron ambiguos, y los progresistas usaron tales ambigüedades para cambiar completamente la doctrina católica.

Es muy útil para nuestros lectores saber que esta táctica fue fuertemente denunciada por el Papa Pío VI hace mucho tiempo cuando, en su Bula Auctorem Fidei, condenó los errores del Sínodo de Pistoia. Reproducimos a continuación algunos extractos de este importante documento.

Papa Pío VI

Para no ofender los oídos de los católicos, los innovadores buscaron ocultar las sutilezas de sus tortuosas maniobras mediante el uso de palabras aparentemente inocuas, de modo que les permitieran insinuar el error en las almas de la manera más suave posible. Una vez comprometida la verdad, podían, por medio de ligeros cambios o añadidos en la fraseología, distorsionar la confesión de la fe necesaria para nuestra salvación y conducir a los fieles, mediante sutiles errores, a su condenación eterna.

Este modo de disimular y mentir es vicioso, sin importar las circunstancias bajo las cuales se utilice. Por razones muy fundadas, nunca puede ser tolerado en un sínodo cuya gloria principal consiste, sobre todo, en enseñar la verdad con claridad y excluir todo peligro de error.

Además, si todo esto es pecaminoso, no puede excusarse del modo en que se ve que se hace, bajo el pretexto erróneo de que las afirmaciones aparentemente chocantes en un lugar son desarrolladas más adelante en líneas ortodoxas en otros lugares, e incluso corregidas en otros más; como si se permitiera la posibilidad de afirmar o negar la declaración, o de dejarla al gusto personal del individuo. Tal ha sido siempre el método fraudulento y audaz usado por los innovadores para establecer el error. Permite tanto la posibilidad de promover el error como de excusarlo.

Es como si los innovadores pretendieran que siempre tuvieron la intención de presentar los pasajes alternativos, especialmente a aquellos de fe sencilla que eventualmente llegan a conocer solo una parte de las conclusiones de tales discusiones, las cuales se publican en el lenguaje común para uso de todos. O bien, como si esos mismos fieles, al examinar tales documentos, tuvieran la capacidad de juzgar tales materias por sí mismos sin confundirse ni exponerse al riesgo de error.

Es una técnica sumamente reprensible para la insinuación de errores doctrinales y una que fue condenada hace mucho tiempo por nuestro predecesor San Celestino, [8] quien la encontró en los escritos de Nestorio, obispo de Constantinopla, y la expuso para condenarla con la mayor severidad posible.

Una vez que estos textos fueron examinados cuidadosamente, el impostor fue expuesto y confundido, porque se expresaba con una multitud de palabras, mezclando cosas verdaderas con otras que eran oscuras; mezclando a veces unas con otras de tal manera que también podía confesar aquellas cosas que negaba, y al mismo tiempo tener base para negar las mismas sentencias que confesaba.

Para desenmascarar tales trampas, algo que se hace necesario con cierta frecuencia en cada siglo, no se requiere otro método más que el siguiente: Siempre que se haga necesario exponer declaraciones que disfrazan algún error sospechoso o peligro bajo el velo de la ambigüedad, se debe denunciar el sentido perverso bajo el cual el error opuesto a la verdad católica está camuflado.

Pío VI, Bula Auctorem Fidei del 28 de agosto de 1794

Publicado el 18 de octubre de 2025


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