Lo que la gente está diciendo
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Mal negocio, Alianza Roja y Era Dorada
La Alianza Roja es una amenaza para Occidente
Mientras perdemos nuestro tiempo con las presentaciones teatrales de Trump —cada día tiene una sorpresa distinta para presumir de su importancia— Rusia y Corea del Norte están fortaleciendo sus alianzas y preparándose para destruir a Occidente.
Lea, por favor, este informe noticioso.
Aunque está parcialmente a favor del comunismo, lo que dice debería hacer que nuestro ejército sea menos presuntuoso respecto a la “invencibilidad” de las fuerzas estadounidenses…
Saludos,
P.M.
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Card. Burke y la Edad de Oro
¡Salve María!
Vi este artículo en línea, en Substack (un lugar donde autores y periodistas independientes publican sus artículos). Parece ser alguien que sigue nuestras últimas actualizaciones (incluyó el GIF del obispo mexicano que baila).
En Jesús y María,
S.D., TIA Media
Bailando con el diablo
Los obispos mueven las caderas, Burke elogia al VCII, y expulsan a la FSSP.
Bienvenidos a la “edad dorada” de León.
Chris Jackson
(El obispo José Leopoldo González de San Juan de los Lagos, México, baila el Motorcito)
El cardenal Raymond Burke, alguna vez un león de la tradición, publicó en X el 21 de julio lo que parecía más un anuncio de retiro que un grito de batalla.
“Después del Concilio Vaticano II, hubo un gran énfasis en la Misa, lo cual es maravilloso…”
¿“Maravilloso”?
Retrocedamos. Lo que siguió al Vaticano II no fue una edad dorada de reverencia eucarística. Fue una demolición litúrgica. El Rito Romano fue desmantelado. El latín fue prohibido. Los altares mayores fueron destruidos. El canto gregoriano fue reemplazado por pancartas de fieltro y panderetas. Los sacerdotes se dieron vuelta hacia el pueblo y le dieron la espalda a Dios. Y sí, hombres como el cardenal Burke lo saben. Lo vivieron.
Y sin embargo, aquí está, presentando esto como una renovación del “énfasis en la Misa”.
No, Su Eminencia. Lo que tuvimos fue un énfasis en la novedad, la experimentación y la irreverencia: en la comunión en la mano, las monaguillas, los globos y la banalidad. Lo único que se enfatizó fue que nada sagrado podía permanecer intacto. Y los pocos que objetaron —sacerdotes, laicos, e incluso obispos— fueron silenciados, exiliados o se les dijo que “se pusieran al día con el Concilio”.
Que Burke describa esta era como “maravillosa” es absurdo. Porque si ni siquiera él puede decir la verdad, ¿quién lo hará?
Edad dorada de los seminarios: ahora solo expulsan a más hombres
Mientras tanto, los medios católicos en EE.UU. han decidido reetiquetar el declive como renacimiento. Un artículo esta semana en el National Catholic Register anuncia: “Los seminarios católicos de EE.UU. se dicen en una ‘Edad Dorada’”.
Así es. Las vocaciones siguen en caída libre, pero nos dicen que nunca hemos estado mejor. ¿Por qué? Porque ahora hay más evaluaciones psicológicas. Porque los seminaristas leen a von Balthasar en lugar de a Rahner. Porque algunos son expulsados antes de la ordenación.
Ese es el estándar.
Lo que no nos dicen es que esta “edad dorada” todavía prohíbe la Misa Tridentina, todavía enseña el Vaticano II como un dogma no negociable, y todavía forma sacerdotes que pasarán su ministerio navegando entre talleres DEI, sesiones de escucha sinodales y guías de “acompañamiento”.
Nos dicen que estos hombres quieren “una proclamación fuerte y clara del Evangelio completo”. Pero ¿dónde vive ese Evangelio si se les prohíbe celebrar la Misa de siempre? ¿Dónde queda esa claridad cuando los envían a parroquias donde cada doctrina se negocia y cada sacramento se “adapta pastoralmente”?
La verdadera edad dorada de los seminarios terminó en 1965. Lo que tenemos ahora es la fachada dorada de una renovación sobre la estructura en ruinas del colapso posconciliar.
Cuando los obispos bailan y los sacerdotes duermen en autos
Mientras el Vaticano elogia su propia madurez, el obispo José Leopoldo González de México decidió mostrar su peso espiritual bailando “el motorcito” en el escenario, acelerando manubrios invisibles al ritmo de una canción infantil. Así luce el ministerio episcopal en la iglesia sinodal: no pastores llamando a sus ovejas a la penitencia, sino clérigos envejecidos intentando hacerse virales.
Contrástalo con Francia, donde católicos fieles, jóvenes y ancianos, duermen en carpas fuera de iglesias cerradas, suplicando por el regreso de la Misa en latín. El apostolado de la FSSP en Valence ha sido cancelado porque los sacerdotes se negaron a concelebrar la Misa Crismal del Novus Ordo. ¿Trece grupos de catecismo? Eliminados. ¿Todos los sacramentos excepto una Misa semanal? Abolidos. ¿Cientos de familias? Ignoradas.
Y aun así los fieles siguen ayunando. Siguen rezando. Siguen presentes.
No están bailando. Están haciendo penitencia por los pecados de obispos que prefieren imponer obediencia antes que preservar la Tradición.
León canta en latín, así que todo está bien
Pero no te preocupes, los influencers católicos dicen que todo va mejorando. El Papa León XIV viste ornamentos tradicionales y sonríe. Besa bebés. Es optimista. Nos dicen que es un “hombre de tradición”.
Solo no mires demasiado de cerca.
León ha mantenido todas las políticas principales de Francisco. Continúa el acuerdo del Vaticano con China. Elogia *Laudato Si’*. Apoya *Fiducia Supplicans*. Promueve a mujeres por encima del clero, abraza la sinodalidad y mantiene a Fernández. No ha dicho una sola palabra sobre restaurar la Misa en latín. Pero sí mencionó una vez las liturgias orientales, y para algunos tradis, eso basta.
*Where Peter Is* no podría estar más encantado. Su último artículo se burla de quienes ven esperanza en la estética de León, mientras afirman que doctrinal, estructural y pastoralmente, León es Francisco 2.0.
Y tienen razón.
León viste el disfraz de la restauración mientras impone el contenido de la revolución. Y Burke aplaude el Concilio que lo hizo posible. ¡Todo va de maravilla!
La verdadera edad dorada está en el estacionamiento
La edad dorada no está en los seminarios de Washington ni en los obispos que bailan. Está en el laico francés que hace vigilia fuera de Notre Dame de Valence. Está en la madre que enseña catecismo desde su auto porque la cancillería cerró las puertas. Está en el ayuno, la devoción y el desgarro de los fieles que se aferran a la tradición mientras sus pastores bailan o se engañan a sí mismos.
La edad dorada está entre los laicos que se niegan a olvidar.
Los que todavía creen que la Misa no es solo “maravillosa”, sino el centro inmutable e intocable de la vida católica. Los que saben que el Concilio Vaticano II no renovó la liturgia, la destruyó. Los que no se dejan engañar por ornamentos y latín en una Iglesia que aún persigue la Tradición.
Y mientras los obispos sonríen y disimulan, nosotros nos arrodillamos y esperamos.
Porque la edad dorada no está aquí.
Pero llegará.
Este artículo fue publicado originalmente por TIA el 22 de julio
Traducido al español y publicado por TIA Ecuador el 23 de julio de 2025.
Traducido al español y publicado por TIA Ecuador el 23 de julio de 2025.
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Las opiniones expresadas en esta sección - Lo que la gente está comentando - no necesariamente reflejan las de TIA
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Con respecto a su reciente artículo sobre la China comunista intensificando su represión contra los católicos chinos, es triste notar que el Papa León XIV no muestra señales de poner fin al acuerdo clandestino que el Papa Francisco hizo con China en 2018. Tampoco ha dicho una palabra sobre los dos obispos nombrados por China durante el breve período después de la muerte de Francisco, cuando no había Papa en funciones. Obviamente, no había Papa para aprobar las elecciones, lo cual muestra lo que ellos piensan del supuesto acuerdo de que cada candidato sería aprobado por Roma...
Todo este acuerdo, que comenzó con Benedicto y su Carta a los católicos chinos, no es más que una traición a los católicos fieles y una complacencia con el régimen comunista. Mientras tanto, la represión contra la Iglesia Católica clandestina ha alcanzado proporciones alarmantes, particularmente en la diócesis de Wenzhou, como ustedes informaron. Esta importante historia recibe poca atención de la prensa, y ninguna reacción del Vaticano.
Sigan con su buen trabajo informando sobre este tema.
¡Viva Cristo Rey!
M.G.